Los acontecimientos vitales estresantes pueden descompensar los sistemas de regulación homeostáticos entre los diferentes niveles de procesamiento cerebral de las emociones, el comportamiento y el pensamiento.
La respuesta que damos a esas situaciones estresantes van a ayudarnos a superarlas con el menor daño posible, o bien vamos a incrementarlas de manera involuntaria, llegando a favorecer diferentes trastornos físicos, psicológicos o deteriorar nuestras relaciones afectivas más significativas.
La práctica del entrenamiento autógeno nos va a permitir desarrollar la concentración pasiva que se encuentra alterada en las situaciones estresantes.
La concentración pasiva practicada en el entrenamiento autógeno mejora la sintonia neurovegetativa, esto es, el equilibrio entre el sistema nervioso simpático y parasimpático. De este modo, potenciamos la comunicación entre los sistemas somáticos, emocionales y cognitivos de manera que podamos dar una respuesta integradora y coherente a las situaciones que nos perturban, de acuerdo con nuestros valores y objetivos, sin quedar en manos de las reacciones disfuncionales perjudiciales para la salud.